A vueltas con el Bushido y la tradición

Confieso que ando revolucionado con el tema del Bushido debido, principalmente a la lectura del libro …. un estudio muy documentado sobre el tema, incluso me planteo la posibilidad de traducirlo al castellano por lo revelador que resulta.
Pero no es ése el tema de momento, símplemente que quizá esté un tanto sensible viendo y leyendo la cantidad de sinrazón que ocupa lo que debería ser un camino de autoperfeccionamiento y que se ha convertido en un camino de autoaborregamiento gracias, principalmente, a la desgana que se ve y se palpa por descubrir la Verdad (oculta entre las hojas) acerca del fenómeno del Budo.

Vayamos por partes.

El rol del samurai

Se ha escrito demasiado sobre el tema, sin embargo, al bucear entre los documentos de la época y las referencias del Bushido, encuentro que este término no es tan usado como se pretende, en su lugar se utiliza el genérico Bushi para referirse al hombre de armas, o guerrero, como se prefiera.
En este sentido, se enfatiza mucho desligar su papel de la relación esclavo-amo, ya que el bushi es una autoridad en sí mismo y, por tanto, aunque esté al servicio (traducción de la palabra samurai) de un Señor tiene voz y entidad propia. Es esta entidad e identidad lo que debe ser comprendido.
Además del mito y leyenda de guerreros invencibles, con una enorme fuerza interior y un más grande sentido de la moralidad, lo cierto es que, como a todo soldado a lo largo y ancho de este mundo, esas virtudes se le presuponen.
Me explico para evitar confusiones:
Aunque los primeros soldados y guerreros de Japón están datados en el año 300 antes de Cristo no es sino hasta el siglo XII cuando, por decirlo de alguna manera, los ejércitos de los señores feudales se profesionalizan dando lugar a una casta social llamada Samurai con sus privilegios y sus deberes.
En esa época el Estado es estructurado acorde con la moral y filosofía confucionista, segun la cual un título, un nombre, un estatus se obtiene por méritos morales, en caso contrario, la sociedad quedaría desestructurada y sobrevendría la ruina y la desgracia. Por tanto, desde el momento en que el Bushi ocupa el escalafón más alto (por encima de los sacerdotes) debe tener (se les presupone) una moral superior al resto de los hombres, entendiendo la moral en el sentido confucionista, no cristiano como suele hacerse en occidente.
Por ejemplo, cuando se habla de Piedad, se suele entender como piedad hacia el prójimo, cuando en realidad se refiere a piedad filial, ya que para un samurai sus semejantes son únicamente los de su misma casta o clase social.

Es éste otro punto de controversia puesto que, por desinformación, se asimila la figura del Bushi o Samurai al Budismo sin tener en cuenta dos puntos básicos: la doctrina budista tiende a aliviar el sufrimiento (compasión) entendiendo que todos los seres vivientes (pensantes según la terminología lamaísta) son iguales.
Para la casta samurai, ellos, los Bushi, eran superiores y el resto (sacerdotes, artesanos, campesinos y mercaderes) eran inferiores, por lo cual, especialmente para las dos última y los Eta (innombrables, impuros) no era necesario ningún tipo de miramiento o conmiseración, símplemente estaban a su servicio. De hecho y según los últimos datos de los que dispongo, el budismo fué seguido por las clases bajas, con un mínimo impacto entre las más altas.

Con lo cual, en realidad, me temo que se produjo el efecto inverso, es decir, en lugar de que los Bushi adoptaran unos valores éticos, la conducta militar se tomó como referente. Solo así podrían explicarse determinadas costumbres de la batalla, por ejemplo el cortar y exhibir las cabezas de los enemigos matados en combate tal y como muestran algunas pinturas y grabados de la época.
Esta costumbre y otras, tenían el objetivo de mostrar, exhibir, el valor y honor del Samurai, pero creo necesario puntualizar que, además tenía el sentido pragmático que impregna todo el pensamiento japonés aunque popularmente se opine y crea lo contrario.
Antes de seguir, una matización. Honor, se puede interpretar de muchas maneras, en este caso concreto, el rito de la batalla japonesa incluía «Combates de Honor», los cuales consistían en que un guerrero, quien lo desease, se adelantaba gritando su nombre y el rango que ocupaba en su Clan (no debe confundirse Clan con Feudo), desafiando así al ejército enemigo, el cual respondía con otro honorable samurai aceptando el reto.
Estos combates, aunque con muchas semejanzas, poco tenía que ver con la justas medievales de occidente ya que podía consistir en un intercambio de flechas o en combate cuerpo a cuerpo, cada quien su arma preferida.

Es decir, Valor y Honor eran términos asociados y relativos a la bravura y arrojo en la batalla, por lo que cuanto mayor número de cabezas se «recolectasen», mayor «Virtud» se demostraba, lo cual, antes o después, se traducía en un mejor estatus: más tierras y privilegios, lo cual repercutía en mayor fama y, por tanto, en el aumento de opciones para cambiar de Señor feudal a cambio de mayores beneficios.
Los guerreros han sido guerreros en todas las culturas, su leit motiv no es otro que la guerra y al margen del dilema ético entre guerras justas o injustas, santas o no santas, lo cierto es que la guerra se puede reducir a matar o ser matado y ante ese dilema no cabe mucha filosofía. Insisto: dejando a un lado el motivo por el cual se inician las hostilidades.


 

Modos y Costumbres

Japón es un archipiélago, muy pequeño en comparación con sus vecinos de China y Corea, por lo que además de algunas incursiones en estos paises con poco, más bien nulo, éxito, las guerras japonesas siempre fueron luchas de poder. Sin embargo hay que resaltar que en ningún momento se puso en cuestión el papel de «El Hijo del Cielo».
A simple vista puede parecer una paradoja, pero no es tal, ya que ningún otro japonés podría reclamar con derecho ese papel sin contravenir la propia religión Shinto, según la cual, Japón fué creado por los dioses Izanami e Izanagi siendo el primer emperador (Emperador Jimmu) un descendiente directo de ellos y a partir de él, todos sus descendientes.

Aunque moralmente no se pudiera aspirar al «Trono del Cielo», sí se podía aspirar al Poder real utilizando diferentes subterfugios, como fué ostentar la Regencia, bastaba con que el Emperador fuese menor de edad y cuando alcanzase la mayoría, abdicase en algún otro Descendiente Divino. Así clanes como Takeda, Taira, Minamoto y otros gobernaron el pais imponiendo su poderío militar.
Otra fórmula fué el Shogunato o dictadura militar. El título de Shogun, es controvertido puesto que solo tenían derecho a él la casta samurai, pero la mentalidad japonesa y sobre todo en estos aspectos, siempre encuentra un resquicio y bastaba con ser nombrado Taisho (Gran General) para ejercer de facto el papel de Dictador Militar, es decir, el Poder, eso sí, siempre respetando y rindiendo honores, pleitesía y lealtad al Emperador.

Por tanto el papel de samurai, como guerrero, militar, soldado, consistía sencillamente en «servir a su señor» hasta dar la vida por él.

Más allá de las palabras bonitas y analizando los hechos con distancia y objetividad, esta supuesta virtud entraña una trampa moral. Veamos:
Dejemos claro desde el principio que la Historia de Japón como Estado, comienza en el siglo VI, ya que en los periodos anteriores aunque existía una Religión (Shinto) y una cultura común (Yamato), no existía una estructura social como tal, ni existía la escritura, ni siquiera el urbanismo. Todo ello viene de la influencia china, principalmente a través de la religión (o filosofía) budista.

Esta religión pasa a ser Religión de Estado, algo que lleva a muchos a creer que el Emperador, su corte y todo Japón comienzan a profesar sus enseñanzas cuando lo que significa en realidad es que el gobierno, el Estado, se hace cargo de su financiación, algunas veces como en el caso del templo Hokkeji en Nara, un miembro de la Casa Imperial ocupa el cargo de Abad o Monje Superior.
El budismo trae de la mano otras dos corrientes: Confucionismo y Taoísmo. Es la primera la que da cuerpo a las normas sociales y de comportamiento, la que sirve de soporte a la estructura del Estado y la que se erige como referente moral y ético.

Hagamos un inciso. Confucio y Mencio dan mucha importancia a los ritos como forma de coexión social, éstos deben ser dirigidos por la «Autoridad Moral», el Hombre Sabio, sin embargo no se conocen ritos confucionistas, algo que sí tienen tanto el Budismo como el Shintoísmo. Esto se traduce en la práctica que el «Hombre Sabio» confucionista dirige los ritos budistas y shintoístas, es decir: el «Hijo del Cielo» y, en su defecto, quien ostente el más alto estatus ya que, según Confucio, no puede existir un título que no lleve aparejado el adecuado nivel moral.

Bien, si se ha seguido el razonamiento hasta aquí, se verá claro que cualquier japonés, desde el primero hasta el último, siempre contemplará al Emperador como la figura con mayor autoridad moral y, por tanto, aquel «Servir al Señor» toma cuerpo sirviendo al Emperador por encima del Señor feudal (Daimyo). Esto quiere decir exactamente que un samurai podía ser desleal y traicionar al Daimyo mientras lo hiciese sirviendo al Emperador y, dado que éste no está en todas partes ni en todo momento, toma el papel del Bien Común, lo cual, siendo honestos, puede llegar a ser bastante subjetivo pero, en cualquier caso, no se están rompiendo las normas morales confucionistas.
No fueron pocas las batallas que se ganaron gracias a que algún general cambiaba súbitamente de bando, sin ir más lejos la de Sekigahara en la que Tokugawa Ieayasu tomó el Poder. Tampoco fueron casos aislados aquellos en los que un asistente personal, samurai de alto rango, asesinaba a su Daimyo en favor del rival o en beneficio propio. Era causa del Bien Común y respetando al Emperador, la suprema autoridad.
Supongo que no serán muchos lectores los que conozcan el juego del Shoji, muy similar a nuestro ajedrez. Supongo que todos, o la mayoría, sabrán que el ajedrez simula una batalla entre dos bandos, igual el shoji. La peculiaridad del juego japonés es que las piezas tomadas al adversario pueden incorporarse en cualquier momento al tablero como piezas de quien las tomó.

¿Y a qué viene todo esto en relación con el Bushido? Pues, sencillamente, porque al parecer lo que conocemos hoy como Bushido, toma como referencia el libro Kōyō Gunkan escrito por Kasuga Toratsuna que fué uno de los «24 Generales Takeda» y cuya obra no es un compendio de valores, normas éticas o de conducta, sino un relato, una especie de registro de las hazañas de su ejército, que incluye el comportamiento en la batalla de sus Bushi.
Hasta donde yo conozco, este libro no ha sido publicado en la era moderna, pero analizando la Historia militar, tanto en general como de los Takeda en particular, no resulta demasiado difícil inferir o deducir como era este comportamiento.


 

Ahora y como siempre, que cada quien saque sus propias conclusiones, pronto estaré en condiciones de poder ofrecer un amplio comentario sobre la verdad del Bushido, sirva este post de aperitivo mientras me documento a fondo.


 

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