Bushido Edo -Hagakure-

Yamamoto Tsunetomo (山本 常朝)

El autor del, quizás, más famoso libro vinculado al código Bushido fué un samurai que servía en el Feudo o Dominio Saga (actual prefectura de Saga) a las órdenes del Clan Nabeshige que vivió entre los años 1659 y 1719.

Fué y sigue siendo una figura controvertida, tanto en su vida como en su obra, motivo por el cual sus escritos fueron publicados divididos en fragmentos y su primera edición completa se realizó tras la Restauración Meiji (1868).

En los últimos años de su vida se retiró de la vida militar y se convirtió en monje budista con el nombre de Jocho.

Antecedentes

El Clan Nabeshige fué uno de los considerados Tozama Daimyo por el Shogunato Tokugawa, participó en la batalla de Sekigahara apoyando al bando de Hideyoshi cambiando súbitamente de bando y contribuyendo así a la victoria de Ieasu Tokugawa.

Yamamoto nació enfermo y débil, por lo que le fué pronosticada una muerte temprana que, finalmente no se produjo y, bajo los cuidados y enseñanza del Daimyo Nabeshige Mitsushibe quedando a su servicio durante 30 años, a la muerte de su Señor decidió seguirle en la muerte en el ritual llamado Junshi, pero Nageshige había manifestado su disconformidad por tal rito por lo que finalmente renunció a hacerlo aceptando los deseos de su Maestro y acatando el servicio bajo el siguiente Daimyo Nageshige.

Hagakure

Es difícil seguir la trama narrativa y las tesis filosóficas de la obra, ya que en realidad se trata de fragmentos de conversaciones con su amigo Tsuramoto Tashiro quien los fué recopilando. Estos fragmentos recogen ideas que resultaban contrarias al Bakufu Tokugawa, por lo que circulaban de modo secreto entre los samurai del Clan Nabeshige.

La tesis central revela el carácter de Tsunetomo:

Budo wa jinigurui nari. 武道は死に愚るい為り
“El Camino de los Samurai consiste en volverse loco y morir” o más exactamente: «La vía del samurai es buscar la muerte con locura».

Lo cual expresa la idea de alcanzar un estado mental de aceptación total de la muerte como destino único y, por tanto, ser una especie de fanático en el Deber del Samurai.

Concretamente, la obra gira a través de la reivindicación de los antiguos valores de los samurai de épocas anteriores en oposición a las tesis de Yamaga Soko y otros que abogaban por una evolución lógica debida al periodo de paz instaurado por el Shogunato. Frente a estas tesis, Tsunetomo, afirma: «Los intelectuales son hombres que ocultan su cobardía con palabras.”

Conviene recalcar aqui, antes de reproducir algunos fragmentos del libro, en su traducción de Francis Garcia y publicado por la Editorial Obelisco, que la época en la que fué escrito la casta samurai se enfrentaba a una evolución y buscaba encontrar su lugar en la nueva sociedad Tokugawa. Igualmente es importante saber que, en su época, jamás fué nombrado como «La vía del Samurai», sino «Oculto entre las hojas» o «Analectas de Yamamoto», su posterior difusión y su vinculación al supuesto Código Samurai se produce en la Epoca Meiji y, especialmente, tras la publicación en occidente de la obra de Itazo Nitobe que será analizada en su momento y contexto histórico.

Fragmentos

He descubierto que la Vía del Samurai reside en la muerte. Durante una crisis, cuando existen tantas posibilidades de vida como de muerte, debemos escoger la muerte. No hay en ello nada difícil, solo hay que armarse de valentía y actuar. Algunos dicen que morir sin haber acabado su misión es morir en vano. Este razonamiento es el que sostienen los mercaderes hinchados de orgullo que merodean por Osaka, no es más que un razonamiento sofisticado a la vez que una imitación caricaturesca de la ética de los samurai.

Nota: En aquella época los mercaderes ocupaban la casta más baja de la sociedad y Osaka, la ciudad que debe su esplendor a Hideyoshi, era un gran nudo de comunicaciones comerciales al estar situada entre Kyoto y Edo (Tokyo). Por ambos motivos: ser un punto comercial y el centro de mando de Hideyoshi, muchos samurai de Edo, del bando Tokugawa, veían Osaka como una ciudad «inferior».

Decisiones
Poseemos muy poca sabiduría; sin embargo, sin embargo tenemos una gran tendencia a referirnos a ella para resolver nuestras dificultades. Debido a que nos preocupamos esencialmente de nosotros mismos, nos desviamos de la Vía del Cielo y nuestras acciones se vuelven malas. A los ojos de los demás, somos despreciables, débiles, limitados y totalmente ineficaces. Cuando nos sentimos incapaces de una competencia verdadera es preferible apelar a alguien más sabio. No estando personalmente implicado, ya que no tiene interés propio, estará en posición de aconsejar la elección más juiciosa.

La crítica a los demás
Reprender y corregir a alguien por sus errores es importante. Este acto especialmente caritativo es la primera obligación del Samurai, pero hay que esforzarse en hacerlo en la manera conveniente. En efecto, es fácil encontrar cualidades y defectos en la conducta del prójimo, también es igualmente fácil criticarlo. La mayoría de las personas imagina que es por gentileza que dicen a los otros lo que no desean oir y si alguna vez sus críticas son mal acogidas piensan que son incurables.
Tal manera de pensar no es razonable. La misma da tan malos resultados como colocar a alguien en una situación embarazosa o bien si alguien nos insultara. Esto no es más que una manera de sacar lo que nos pesa en el corazón.

Previsión
El lenguaje militar emplea los términos «Samurai Ignorante» y «Samurai Ilustrado». Un samurai que ha esperado tenerse que enfrentar con situaciones difíciles para aprender a salir de ellas no es un ilustrado. Un samurai que se preocupa por adelantado de todas las situaciones y soluciones posibles, es sabio. (…)
No comparto la opinión de los que preconizan la autoridad estricta y constante. Como dice el proverbio: «El pez no vive en el agua clara». Son las algas las que le permiten desarrollarse plenamente hasta su madurez. Es cuando uno pasa de los detalles y no cuida de las quejas menores cuando es capaz de procurar la serenidad a quienes nos sirven.

Cómo ha de ser el samurai
Tengo la impresión de que los jóvenes samurai de hoy en dia se han fijado objetivos lamentablemente bajos. Tienen la mirada furtiva de los ladrones. La mayoría solo busca su interés personal o hacer gala de su inteligencia. Incluso los que parecen tener el alma serena solo muestran una fachada. Esta actitud no es conveniente.
Un samurai solo lo es en la medida que no tiene otro deseo que morir rápidamente y de volverse puro espíritu, ofreciendo su vida a su amo (Señor Feudal), en la medida donde su preocupación constante es el bienestar de su Daimyo, al que rinde cuentas continuamente, sin cesar, de la manera mediante la cual resuelve sus problemas para consolidar las estructuras del dominio (feudo). De este modo Daimyo y servidores (samurai) deben estar determinados de la misma manera. Es necesario poner una resolución tan inquebrantable que nadie, ni siquiera dioses o budas puedan hacer desviar la meta fijada.

La Vía del Samurai
Abominar del mal y conducir su vida con rectitud se vuelve extremadamente difícil. Ello es bastante sorprendente pero muchos errores tienen por origen la creencia de que es esencial ser estrictamente lógico y colocar la rectitud por encima de cualquier cosa. Existe una Vía más elevada que la rectitud, pero descubrirla no es cosa fácil e impone una profunda sabiduría.
Comparados con esta vía, los principios lógicos son, en efecto, insignificantes. Aunque para quien no tenga la experiencia de ella o no la conozca, existe una manera de descubrir la verdad, incluso si uno no ha sabido discernirla por sí mismo. Esta Vía consiste en hablar con otros.
Ocurre a menudo que una persona, aunque imperfecta, puede dar consejos a otros, porque ella domina mejor «la situación exterior», del mismo modo que en el juego del Go tiene «la ventaja de ser expectador». Se dice que es igualmente posible discernir sus faltas por «la mirada hacia uno mismo» y por la meditación, pero también en este caso es mejor cuando uno habla con otros. La razón de esto es que se puede superar su propia facultad de discernimiento si uno aprende a escuchar a los demás y a leer libros.

Entrenamiento
Me dijeron que un anciano maestro de sable dijo esto: «El Samurai debe entrenarse toda su vida» y hay una razón para ello. Al principio, incluso en caso de práctica regular, uno tiene las sensación de progresar. Uno se siente poco hábil y ve a los demás a su propia imagen. En este estadio es inutil precisar que no se es de ninguna utilidad al Daimyo. Cuando se alcanza un estado mediano (Chuden) uno no es todavía de gran utilidad pero toma consciencia de sus deficiencias y empieza a notar las imperfecciones de los otros. Un samurai es, podemos decirlo, útil al Daimyo. Luego, por encima de ese nivel están aquellos cuyo rostro jamás revela lo que piensan, los que no hacen gala jamás de su habilidad, que fingen ignorancia e incompetencia. Y lo que es más: respetan la habilidad de los otros. Para muchos, esta es la ambición más alta. Pero a un nivel mucho más elevado existe un dominio que supera la habilidad del común de los mortales. El que se compromete a fondo en la Vía de este campo, toma conciencia de que su entrenamiento será ilimitado y que no podrá estar jamás satisfecho de su trabajo. Es por esto que un samurai debe conocer sus debilidades y pasar su vida corrigiéndolas sin tener jamás el sentimiento de haber hecho ya lo suficiente. No debe, naturalmente, tener demasiada confianza pero tampoco debe sentirse inferior.
(…) Un Samurai consagra todo su tiempo al perfeccionamiento de sí mismo. Es por ello que el entrenamiento es un proceso sin fín.
(…)
La Vía del Samurai consiste, entre otras cosas, que se esté siempre dispuesto a someter a prueba la firmeza de su resolución. Noche y dia, el Samurai debe seleccionar sus pensamientos y preparar una linea de acción. Según las circunstancias, puede ganar o perder. Pero evitar el Deshonor es un hecho distinto a obtener la victoria o la derrota; para evitar el Deshonor, tal vez le sea necesario morir. Para ello ninguna sabiduría o habilidad particular son precisas. El Samurai valiente no piensa en términos de victoria o derrota; combate fanáticamente hasta la muerte. Sólo de este modo realiza su destino.

Lealtad a la Muerte
La absoluta lealtad respecto a la muerte debería ser puesta en práctica todos los dias. Debemos comenzar al amanecer meditando tranquilamente, pensando en el último momento imaginando las diferentes maneras de morir: muerto por una flecha, por un disparo, atravesado por un sable, sumergido por las olas, saltando en un incendio, golpeado por el rayo, aplastado por un terremoto, cayéndonos desde un risco, víctima de una enfermedad o súbitamente. Debemos comenzar la jornada pensando en la muerte. Como decía un anciano: «Cuando abandonáis vuestro tejado entráis en el reino de los muertos, encontráis al enemigo». Esta sentencia no preconiza la prudencia sino la firme resolución de morir.

Fanatismo
El monje Keiho cuenta que el Señor Aki había dicho un día que la virtud marcial por excelencia es el fanatismo. He constatado que esto coincidía con mi propia convicción y desde entonces soy más extremado en mi fanatismo.


Resumen y Conclusiones

Los fragmentos resaltados pueden no ser los más atractivos, la lectura de Hagakure ofrece una muy amplia visión sobre la «Condición de ser Samurai» e incluye temas de todo tipo, incluída la homosexualidad, un tema tabú para los modernos y occidentales estudiosos del Bushido.

Personalmente he tomado los fragmentos que, a mi juicio, definen mejor la idea base de Yamamoto en un momento crítico de la vida Samurai dado que tiene que adaptarse a tiempos de paz frente a un pasado (Periodo Sengoku) lleno de guerras que dan lugar a la imagen épica de estos guerreros.

La visión de Hagakure ofrece una visión extrema de estos dos polos, conocidos como Budo y Shido o «La vía de la guerra» y «La vía del Caballero». Sus postulados y tesis apuntan hacia la recuperación del antiguo Guerrero cubierto de heridas de guerra como símbolo de bravura:

Hace solo cuarenta o cincuenta años, se consideraba una herida en un combate como un signo de virilidad. Un muslo sin cicatrices era un signo tan destacado de falta de experiencia que nadie se hubiera atrevido a mostrarlo tal cual, prefiriendo inflingirse una herida voluntaria.

Y dedicado plenamente a servir con fanática lealtad a su Señor.

Sin embargo, en la época en que se producen las conversaciones que forman esta obra, el Imperio está en paz y apenas existe algún periodo de guerra o revueltas campesinas, por lo que tal fanatismo puede parecer anacrónico, fuera de lugar.

El debate sobre este fanatismo ante la muerte, continuó existiendo hasta el final de la II Guerra Mundial, incluso después a través de la vida y obra de Yukio Mishima, sin embargo hay algo que aparece «Oculto entre las hojas» y es, paradójicamente, el amor por la vida. Hacer que la vida tenga un sentido aunque ese sentido sea «morir por un ideal», ya que sólo siendo plenamente consciente de que la vida es efímera uno puede desprenderse de toda banalidad y superficialidad para apreciarla en toda su plenitud, en cada instante, en cada momento como si fuese el último.

De esta idea nace, o nació, otra más importante acerca de la condición del Samurai: La Sabiduría. ¿Qué significado tiene o puede tener «superar la habilidad del común de los mortales»? o dicho de otra manera, ¿Cuál sería la forma de destacar sobre «el hombre común»? «para quien no tenga la experiencia de ella o no la conozca, existe una manera de descubrir la verdad, incluso si uno no ha sabido discernirla por sí mismo. Esta Vía consiste en hablar con otros.» Es decir, la autoperfección como meta y, esta autoperfección pasa ineludiblemente por «superar su propia facultad de discernimiento si uno aprende a escuchar a los demás y a leer libros».

La vía del samurai consiste en una vía hacia la Sabiduría.


Nota final: El apelativo o subtítulo de «La Vía o Camino del Samurai» dado a esta obra fué puesto ya en el siglo XX, cuando la palabra Bushido fué creada y convertida en concepto de identidad con tintes ultranacionalistas que reivindicaban la figura del Samurai como ejemplo y adoctrinamiento de masas


 

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